martes, 11 de enero de 2011

La Creación como una renovación para el Artista

Completándose o no a la perfección el canal de creación, cuando ésta se
produce, ya sea en físicos, ingenieros, personas comunes y corrientes o
bailarines, es el cúlmine de la renovación cíclica de la emocionalidad,
espiritualidad y vida del ser humano. En este punto nace el artista, entregando
y renovando su vida interior. Cuando esa creación viene desde su interior, es
el acto de belleza máximo que se puede experimentar, aquí se encuentra la
verdad en el arte. Aquí es cuando algo es ilimitado, cuando se traspasa
horizontes y décadas.
La belleza de la Danza no está en su dificultad acrobática o en los
movimientos, porque esto es lo que varía y cambia en cada minuto, la belleza
del bailarín y su danza reside en la verdad con el espectador, donde logran
complementarse y ambos ser espectadores del otro.
La magia de la Danza es su carácter efímero que ocurre en un tiempo y
espacio definido, esto permite la existencia de una transfusión de energías
inmediatas entre dos seres con vida, el Bailarín y el espectador. En este punto
de creación, magia y belleza, el espectador logra conectar con el contenido y
la experiencia del Bailarín y el Bailarín logra conectar con la emoción y vivencia
del espectador. En esta reciprocidad comunicativa ocurre el fenómeno de lo
espiritual que vuelve a posicionarlos en lo más profundo del carácter humano
elevándolo a lo divino.
El artista creador no se limita a ser un perfecto ejecutante, sino que su interés
es crear, desde donde se le ocurra. Crear instantáneo y en el presente. Un
verdadero Bailarín es el que intenta día a día romper las barreras que limitan
la apertura del canal de creación, para llegar a la vivencia, utilizando todas las
herramientas que posee, utilizando su inteligencia emociona/ corporal
escénica, utilizando su vida, sus experiencias, sus habilidades y su cuerpo.
Desde este lugar ya no existe nada más que entregarse al cuerpo y al disfrute
de los diferentes estados de conciencia, entregarse a la liberación de nuestra
limitación humana y a las transformaciones que comienzan a ocurrir. Volvemos
a la naturaleza, a ser parte del gran cosmos que nos rodea, así como una
planta absorbe el CO2 y lo transforma en H2O, el ser humano tiene la
capacidad de hacer lo mismo con la energía. Algunos lo encuentran en la
Danza, otros en el Yoga, otros en la meditación, otros en la religión e incluso
algunos en su propio trabajo. Pero en cualquiera de estos aspectos existe una
creación. En la vida, vivimos una Danza, habitamos el tiempo y el espacio, sin
darnos cuenta ni tomarle el peso, la Danza y el Bailarín lo hacen con una
intencionalidad especial, con sus herramientas, disciplina, dedicación y trabajo.
Exagerando o buscando los aspectos más o menos relevantes de la vida, los
detalles las pequeñeces y lo macro para entregarle un buen espectáculo a su
público. La Danza finalmente es una conexión con lo extraterreno, con el ser,
con el espíritu influido por la realidad desde un lugar diferente, desde una
recepción extracotidiana, que no solo pega a las emociones, sino que también
a la mente y a los estados de conciencia, pero con energías recíprocas que
entran y salen en tiempo real. Es la comprensión de la naturaleza, el
comprendimiento de ella y del mundo, la seguridad, la fuerza interna y el
instinto de supervivencia. El cuerpo logra unirse en armonía con la
espiritualidad y lo que nos da vida, creando flores y belleza, viajando por
diferentes lugares y situaciones, modificando y modificándose, viviendo desde
la propia fuerza que la sostiene, llegando al carácter divino como fue
mencionado en un comienzo, en los principios de la humanidad.

1 comentario:

  1. hermoso, me llega profundamente, gracias por interpretar en letras lo que se siente cuando se danza

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