martes, 11 de enero de 2011

¿De qué forma el bailarín tiene la posibilidad de usar su proceso creativo?


El Bailarín como cualquier otro artista pasa por dos etapas; la primera es la
etapa previa a la puesta en escena, en donde tiene la posibilidad de ser
intérprete de los requerimientos de algún maestro, coreógrafo o director, o de
ser intérprete de su propia autoría. La segunda etapa es la escena, la
interacción con su espectador. En ambas etapas el Bailarín, ya sea autor de sí
mismo o intérprete de otros, tiene la posibilidad de aplicar su proceso de
creación. En su rol de intérprete, como la misma palabra lo dice, puede
interpretar con sus propias emociones o vida interior, pensamientos y
experiencias lo que el coreógrafo le pide, utilizando el proceso de creación. La
imaginación es la que lo va a ayudar a encontrar esos puntos de intersección
de lo que le piden con lo que él es o puede dar. Si es autor de sus propuestas,
utilizará el proceso creativo para sacar de sí lo que quiere decir y expresarlo,
además de utilizar su imaginación para ver como materializar la obra no solo en
su cuerpo sino que también en el tiempo y espacio, el carácter que le dará a su
interpretación y la relación que tendrá con el espectador. En este proceso de
creación cada autor debe encontrar su camino hacia la materialización. Existen
diversas líneas de trabajo; El cuerpo, una idea, una reflexión, una imagen,
una emoción, una sensación, un concepto o un pensamiento.
La segunda etapa, es el Bailarín en escena. Aquí utilizará su proceso de
creación en el momento de estar y habitar el presente, el tiempo, la energía de
sí mismo y la energía de su público, en manejar o dejarse llevar por los
momentos, el sentir a su compañero y al que lo ve, el percibir el espacio e
incluso entrar a la luz. En la escena se entrelazan sin forma de distinguir toda
esta serie de elementos, los cuales el bailarín debe manejarlos en el tiempo
presente mediante su proceso de creación instantáneo de las sensaciones, la
emoción y la mente, materializando inmediatamente en el cuerpo y todo lo que
éste conlleva.
Un bailarín al igual que cualquier artista, completa su ciclo de creación cuando
llega al espectador, la diferencia es que debe llegar con su propio ser y
cuerpo material a impregnar en tiempo presente su obra. La Danza así como
cualquier arte escénica, ya sea teatro, performance, instalación etc. Tiene la
magia de poder manipular y ser manipulada instantáneamente por su
espectador. Y el Bailarín debe tener la capacidad de poder sentir estos flujos
instantáneos que piden y entregan. Aplicaremos un nuevo término al concepto
de Bailarín, la “Inteligencia Corporal”. Así como “la inteligencia emocional es la
capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para
manejarlos”
 esa percepción psíquica
y emocional es la que debe viajar estando en el presente con el espectador,
en el ausente con la elevación hacia otro estado de conciencia dejando fluir al
inconsciente o al estado de calma y en los recuerdos y la vida para volver a los
movimientos aprendidos y a la experiencia.
“Los bailarines, así como cualquier artista, poseen algo que me es difícil definir
pero que siento claramente en ellos. Es una sensibilidad
artística, en cómo viven e interpretan la vida, en cómo se expresan y
comunican. Existe una sensibilidad, esmero, curiosidad, y una falta de
superficialidad o etiqueta. Y provienen de un lugar dentro de ellos mismos que
es verdadero.”
la Inteligencia Corporal la tomaremos como la capacidad del
Por lo tanto, se debe tomar en cuenta que un Bailarín se forma tanto en el
estudio, como en el escenario y en su vida. Un Bailarín ejecutante difícilmente
podrá manejar el acto de la Danza, en cambio un real Bailarín si sabrá hacerlo
o estará en busca de ello. La educación física del cuerpo es muy importante
para la Danza, pero debe ir íntimamente relacionada con la “liberación del
canal” que completa el proceso creativo. Y así un Bailarín utilizará su cuerpo
como herramienta, pero existiendo esta liberación del canal creativo, con un
estudio técnico y praxis previa en otras disciplinas artísticas, sabrá expresarse
en cualquiera de ellas, incluso en su propia vida cotidiana. Aquí entra en juego
un fenómeno que está ocurriendo en las artes en general; el concepto de
transdisciplinaridad. Este concepto supone un estado de experimentación
permanente, sin límite de pertenecer a una disciplina u otra, vivenciando
fusiones entre ellas, buscando puntos de intersección y de quiebres que logren
dar un mayor sentido a la propuesta artística que se plantea. En esta búsqueda
se encuentra el trabajo de muchos artistas actuales, incluyendo a los nuevos
bailarines, y desde ese lugar se aprecia un mayor comprendimiento y apertura
de los límites en la creación.

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